Dos hermanas tenían mucho tiempo libre en las tardes y les hacía falta un poco de dinero, por lo que decidieron vender postres en la cochera de su casa. La menor sabía cocinar pasteles deliciosos y la mayor, deliciosos flanes y gelatinas.
Sus familiares les regalaron una mesa donde colocaban los postres que habían hecho y cuatro mesitas para quien gustara sentarse. Era un lugar agradable.
La hermana mayor le platicó a una amiga que venderían postres en su casa, entonces ella le regaló una flor de papel que traía en su bolsa.
-Mira, esta es una flor de la suerte, te la regalo para que les vaya muy bien a las dos-
Ella agradeció el regalo que le hizo su amiga y le pareció bonita la flor, pero con las ocupaciones que tenía la guardó en su cuarto y se olvidó de momento de ella.
Los días pasaban y las dos hermanas se desanimaban poco a poco ya que nadie compraba sus postres, había personas que entraban, veían lo que tenían y después se salían. Sus familiares y amigos les decían que no se desanimaran, que era normal porque apenas estaban comenzando y que poco a poco tendrían clientes.
Una tarde estaban sentadas esperando que alguien llegara y la hermana mayor se acordó de la flor que le habían regalado y le platicó a su hermana.
- ¿Por qué no me habías contado? Ve por ella y la colocamos aquí de adorno, tal vez nos ayude en algo—
La hermana mayor fue por la flor y la colocaron en un pequeño florero, se veía muy bonita. El siguiente día parecía ser como todos los demás, pero cuando estaban a punto de cerrar llegó un señor al que nunca habían visto por ahí. Después de saludar les preguntó si tenían pastel de cereza.
Ellas se sintieron desanimadas porque ese día habían preparado pastel de chocolate, pastel de tres leches y flan.
-Siempre nos pasa lo mismo, nunca tenemos lo que buscan- le dijo la menor a su hermana.
-No te preocupes, vamos a decirle los postres que tenemos-
Cuando se dirigían al señor, de repente vieron en la mesa cuatro rebanadas de pastel de cereza, cada una servida en un plato. Las dos se sorprendieron mucho porque eso ellas no lo habían preparado, pero al ver que era del sabor que el señor buscaba, le ofrecieron una de esas rebanadas.
Después de que la comió se despidió de ellas, les dijo que el pastel estuvo delicioso y salió del lugar.
Ellas decidieron probar una de las rebanadas del pastel que había aparecido y estaba muy saboroso, las dos se quedaron pensando que eso que había pasado con ese señor había sido muy misterioso.
Gracias Alfonso GB, todavía continuará la historia
Bonito cuento de la flor mágica!!!